Cuando pensamos en el ideal de familia, se nos viene a todos a la mente un grupo unido, feliz y con ciertas rutinas o hábitos que fomentan esa unidad y felicidad. Estamos acostumbrados a ver esto desde niños, en la televisión, lo que nos cuentan otros sobre sus familias, etc.
En ocasiones, la realidad es otra. A veces, simplemente no cumple con el canon típico de familia feliz y otras, las relaciones están tan deterioradas que la simple presencia de uno de los miembros puede provocar tensiones y malestar. Cuando esto ocurre, resulta complicada la convivencia o la simple relación puntual con ciertos familiares. Es en ese momento, cuando puede ser productivo tomar una decisión con respecto a la familia.
Romper lazos con un familiar, en general, no es sencillo, está mal visto, es criticado y nuestra propia mente nos hace sentirnos culpables a la hora de tomar la decisión. Resulta mucho más sencillo romper una relación de amistad e incluso de pareja que una relación familiar. El hecho de que la familia no se elija y las amistades sí, también hace que nos sintamos en cierto modo «obligados» a aceptar a ciertos miembros impuestos y mucho más libres de terminar relaciones de amistad.
Mantener la relación con personas que consideras tóxicas en tu vida o bien, que consiguen hacerte sentir mal en determinadas ocasiones y que hacen daño constante es bastante complicado de mantener a largo plazo. Además, si este grupo «blindado» que muchas veces se considera la familia funciona como productor o mantenedor de problemas emocionales o psicológicos es bastante normal considerar oportuno alejarse de ellos y mantener las distancias. Maltrato en la infancia, uso de etiquetas, control o familias intolerantes son solo algunos ejemplos de problemas familiares que generalmente están bastante ocultos y que por norma social las personas se sienten presionadas a continuar las relaciones a pesar de los problemas que acarrean.
Es evidente que todos queremos vivir una vida tranquila y cómoda con nuestra familias pero si continuamente nos sentimos invalidados, amenazados de alguna forma o simplemente, los límites y el respeto se sobrepasan a menudo, es momento de tomar una decisión.
La decisión puede ser simplemente aceptar la familia tal y como es, si consideras que merece la pena y que quieres vivir el proceso de aceptación. Para hacerlo, hay que tomar la decisión igual que para no hacerlo. Es decir, aceptar se convierte en una acción, haciendo cosas que le acerquen a tener mejor relación con su familia tal y como ellos son. Si la familia quiere, siempre se puede trabajar para tener mejores relaciones. Por el contrario, si no existen mediación posible, la otra decisión, podría ser cortar los lazo familiares o poner distancia. Este proceso también es complicado, porque supone aceptar críticas, comentarios y nuestros propios pensamientos sobre como debería ser una familia y cómo deberíamos comportarnos nosotros mismos.
Llegados al punto donde tenemos claro que nuestra familia no es justo lo que queremos para nosotros, es importante tener en cuenta algunos aspectos:
Tener límites claros facilita que las relaciones sean tal y como queremos que sean. Para esto, tenemos que distinguir qué nos molesta y qué queremos cambiar. En muchas ocasiones, las relaciones de abuso o molestas se mantienen al permitir estas conductas. Si se establecen límites, las situaciones pueden mejorar. A veces, es cuestión de aprender a decir que no. Para esto, hay que trabajar la asertividad, que viene a ser la manera de relacionarnos dejando claro nuestro punto de vista de una forma respetuosa y empática. Al principio, es normal que nos moleste decir que no, pero a la larga, los beneficios son mucho mayores que la molestia inicial. Al final, la intención que tenemos con esto, es hacernos respetar y comportarnos con los demás como nos gustaría que ellos se comporten con nosotros.
Los problemas familiares, por lo general, afectan bastante a la mayoría de las personas y muchas veces, se hace complicado incluso hablar de ello. En este sentido, es un tabú hablar sobre dejar de relacionarnos con algún familiar cercano, complicando aún más lo doloroso de la situación. A través de la terapia psicológica, se pueden llegar a conclusiones sobre qué decisión tomar con respecto a las relaciones familiares, facilitando la toma de decisiones, encontrando apoyo y acompañamiento durante el proceso.
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