En la actualidad, el concepto de atención plena o mindfulness se ha extendido notablemente. Diferentes instituciones hacen uso de ella e incluso se han comprobado sus efectos en empleados, estudiantes, docentes y padres, mejorando su calidad de vida en general.
A pesar de que en muchas ocasiones se relacione esta práctica con la relajación y aunque puede conducirnos a tal estado, ese no es su objetivo. La atención plena consiste en entrenar la capacidad para atender al momento presente, ya sea atendiendo a los estímulos que estamos recibiendo en ese momento del mundo exterior (música, la sensación de una brisa, un baño en el agua…) o a lo que está ocurriendo en nuestro interior (pensamientos, emociones, sensaciones, respiración…). La cuestión es que se trata de atender a cualquier cosa que esté pasando, sea buena o mala. El resultado de esta práctica a largo plazo, es la mejora en la capacidad de manejar nuestro foco atencional, de forma que podremos realizar nuestras tareas cotidianas sin tantas distracciones, viviéndolas de manera plena. También disfrutaremos más de nuestros pasatiempos ya que podremos vivirlos sin tener nuestra atención en el pasado o en el futuro.
Mentalidad animal
En muchas ocasiones, a la hora de explicar en qué consiste el mindfulness o la atención plena, se hace referencia a los perros. Los perros son animales cuya mente se centra totalmente en el momento presente. Si bien en muchas ocasiones su instinto les dicta conductas que tienen que ver con la planificación (enterrar comida, guardar juguetes…), su cerebro está muy centrado en el ahora. Esto hace que sean unos verdaderos maestros de la atención plena. Cuando un perro come, su mente está comiendo, cuando un perro juega, su mente está jugando. Sin embargo, nosotros los seres humanos podemos comer pensando en trabajar o trabajar pensando en comer e incluso estar de vacaciones pensando en trabajar, qué locura ¿no?
Existen algunas situaciones en las que nos resulta más fácil o incluso automáticamente pasamos a modo “atención plena”, se trata principalmente de actividades placenteras (comer algo que nos gusta mucho, por ejemplo). También pueden darse situaciones en las que, por un cambio de estimulación muy contrastado, pasemos a modo “mindful” de forma automática. Un momento así puede ser cuando vuelve el agua caliente de la ducha tras haberse ido durante unos segundos o cuando bebemos agua después de llevar bastante tiempo teniendo sed.
¿Qué relación puede tener todo esto con las mascotas?
Pues resulta que las mascotas pueden ser una gran fuente de momentos mindfulness. ¿Alguna vez se quedaron embobados mirando las patitas de sus gatos? ¿O mirando sus dientecitos pequeños? Y casi parece que nos enternecen tanto como la primera vez que los vimos… Pues eso, es otro momento mindful.
En muchas ocasiones, los estímulos que nos ofrecen nuestras mascotas pueden ser una forma automática de transportarnos al momento presente en tan solo un segundo. Escuchar el ronroneo de un gato, acariciar su pelo suave, jugar con nuestro perro o incluso quedarnos embobados mirando alguna conducta que nos resulte curiosa… Todos estos ejemplos son situaciones mindful en la que nuestras mascotas son las protagonistas.
Existen muchos sitios en los que se realiza terapia con animales, en estos casos se utilizan las interacciones con diferentes animales para mejorar en ciertas áreas. Alguno de los beneficios que trae consigo la interacción con animales son una mejora en la comunicación, en la sensibilidad e identificación de emociones así como también realizar sesiones de estimulación sensorial de los más interesantes. Además de ayudar a trabajar a pacientes en determinadas áreas, la interacción también proporciona un tiempo de calidad que aporta bienestar, este puede ser el caso de animales que interaccionan con pacientes de hospitales.
Con esto no quiero decir que todas las personas deberían tener una mascota, no todos amamos los animales ni todos somos capaces de comprometernos con tal responsabilidad. Lo que sí quiero comunicar, es el hecho de que tener una mascota es tener una fuente de buenos momentos que compartir, momentos que pueden alejarnos de nuestro estado automático mental que tanto nos agota. Así que si nos lo proponemos podremos aprovecharlos y ganar en calidad de vida. La próxima vez que pasen a su perro háganlo sin el teléfono móvil, tan solo estando con él (o ellos), disfrutando de ese momento.Por todos estos motivos considero que el tener un animal en el hogar trae salud y felicidad. A veces tenemos que ser un poco más animales y menos humanos.
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