¿Alguna vez se preguntaron qué es la mente? me gustaría que se tomen unos minutos para responder esa pregunta. Imagínense que un ser de otro planeta que no tiene la experiencia de mente, les pregunta qué se siente tener una mente y para qué sirve. Esta es una pregunta que hago en casi todas mis sesiones individuales ya que creo que cada uno tenemos una visión muy personal de lo que son nuestros pensamientos.
Muchas personas definen su mente como ellos mismos, esa voz interior que les dice qué tienen que hacer. Otros dicen que es una hija de la gran… Hoy no vamos a centrarnos en el contenido de nuestros pensamientos, sino más bien en la función que tienen en nuestra vida.
Principales funciones de la mente
-Ayudarnos en el proceso de toma de decisiones, ofreciéndonos diferentes posibilidades.
-Acumular recuerdos del pasado que nos servirán de aprendizaje.
-Anticipar posibilidades futuras.
-Anticipar dificultades.
-Potenciar nuestra tendencia a la acción a través de pensamientos relacionados con la motivación, ganas, ilusión…
-Boicotear nuestras acciones, no permitirnos disfrutar.
-Recordarnos hechos que interfieren en el presente.
-Hacernos saber que las cosas podrían haber sido diferentes.
Se puede deducir entonces que la mente puede tener funciones muy variables dependiendo del momento y de nuestras vivencias, puede funcionar como un auténtico trampolín o como una apisonadora. Vamos a centrarnos en los momentos en los que funciona como una apisonadora.
Cuando la mente se comporta como una auténtica cretina, nada le viene bien, evalúa constantemente todo lo que nos ocurre y todo lo que se nos ocurre, parece que seguir sus indicaciones sólo nos lleva a un pozo sin salida. Es entonces cuando se generan una serie de normas rígidas, normas que nos mantienen en una posición inactiva y expectante. Una norma rígida es una trampa, algunas de las trampas podrían ser:
“Hasta que no estés motivada no puedes empezar el gimnasio”
“Hasta que no dejes de ser tímida no podrás relacionarte con los demás”
“Hasta que no suba tu autoestima no podrás cambiar tu forma de vestir”
“Hasta que no estés estabilizado no podrás comenzar con este cambio”
“Hasta que no te sientas bien no podrás volver a tu rutina”
Existen ejemplos infinitos de normas, lo importante no es el contenido sino más bien la trampa que hay detrás, casi siempre bajo el formato “Hasta que no…, no podrás…”. La mente nos pone una condición para poder llevar a cabo una acción pero la única forma de cumplir esa condición es justamente realizando esa acción. Por ejemplo, en el caso de la chica tímida, la única manera de dejar de ser tímida es relacionarse con las personas. Sin embargo, ella está esperando a sentir o a pensar que ha dejado de ser tímida para poder pasar a la acción y ese momento no llega, y posiblemente no llegará nunca.
Otra característica muy curiosa de la mente es que con sus reglas nos impide emprender determinados caminos y luego nos echa en cara justamente eso. Por un lado nos dice que no podemos expresar nuestras emociones porque nunca fuimos cariñosos, pero luego nos recrimina no haber dado ese abrazo en esa situación concreta.
La mente puede ser una gran aliada a la hora de tomar algunas decisiones pero cuando nos vemos atrapados en las normas verbales eso nos da una señal, ESPERAR Y PENSAR NO SIRVE PARA NADA, es hora de pasar a la acción.
Normalmente cuando se llega a este punto las personas dicen “Vale, ya me di cuenta de mis trampas pero ahora ¿qué hago?”, la verdad es que darse cuenta de las trampas lleva más tiempo del que se cree. Surgen constantemente y caemos de una en otra, la toma de consciencia es la base y llevarla a cabo supone mucho esfuerzo. Es como si durante toda nuestra vida, llevamos puestas las gafas de nuestros pensamiento. Estas gafas cambian todos los días, un día un poco más opacas otro día un poco más traslúcidas y la forma en la que vemos el mundo depende de ellas. Tenemos que darnos cuenta de que llevamos gafas y de que esas gafas cambian permanentemente, si nuestra guía vital es tan variable, nuestra vida entonces será también muy variable.
Me gustaría que se tomen un tiempo para reflexionar sobre la utilidad que tienen sus mentes en su día a día, las normas rígidas que tienen y cuándo se ven atrapados por ella. Este será el primero post de una serie que se centrará en el proceso de dejar a un lado el proceso mental y pasar a la acción basada en valores. ¿Son conscientes de sus gafas mentales y de cómo cambian continuamente? ¿Identifican reglas mentales que les mantienen siempre en el mismo punto?.
Gran artículo. Me sentí muy identificada con él