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Una vez que uno toma la decisión de ir al psicólogo, llega una parte complicada y es la de elegir el adecuado. Es posible que alguien nos haga una recomendación, que hayamos visto algún consultorio o incluso que busquemos por internet, y es ese momento cuando nos encontramos con psicólogos cognitivo-conductuales, psicoanalistas, terapeutas Gestalt, humanistas… ¿qué significa todo eso?
Dentro de la psicología, existen diversas corrientes, por lo que dos psicólogos, a pesar de haber estudiado la misma carrera universitaria, pueden tener una forma de trabajar completamente diferente. Por este motivo es importante que nos informemos sobre qué tipo de terapeuta creemos que se ajusta más a nuestras necesidades.
En mi caso, fui formada dentro de las terapias cognitivo conductuales pero al finalizar mis estudios tuve mi primera toma de contacto con las terapias contextuales y me decanté por ellas, así que en este post voy a hablar sobre por qué creo que deberías elegir un terapeuta contextual.
Abandonan el modelo médico
Las terapias de tercera generación abandonan el modelo médico, de forma que ya no se centran en eliminar los síntomas sino en el cambio de la función de los mismos. Es decir, si tenemos emociones (sensaciones, pensamientos…) que consideramos “negativas” y eso nos impide llevar una vida normal, ya no cambiaríamos esas emociones si no que cambiaríamos la función que tienen en nuestras vidas. En lugar de cambiar nuestras emociones para comenzar a actuar, comenzaremos a actuar A PESAR de tener esas emociones que no nos gustan, de forma que la persona dejará de ceder el control de su vida a sus emociones.
Por ejemplo, si me siento muy mal por las mañanas y poco motivado para comenzar el día, no intentaría cambiar esas emociones y esa motivación para actuar, si no que aprenderíamos a actuar y a comenzar nuestro día a pesar de esa desmotivación.
Se encaminan hacia valores
Pero entonces, ¿si no tengo que actuar en función de mis pensamientos ni de mis emociones ni siquiera de mis sensaciones, a qué tengo que seguir?, es ahí donde entran en juego nuestros valores. Los valores son aquello que consideramos más importante en la vida, pero nunca se pueden alcanzar del todo, son más bien un camino que seguir (ser buena madre, ser un buen profesional…), esa sería nuestra brújula, es aquello que hace que nos movamos, pase lo que pase.
Este planteamiento me pareció genial ya que cierto es que siempre son nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestras sensaciones las que hacen que las personas acudan al psicólogo (ansiedad, tristeza, desesperanza,…), las personas están dejando que todos ellos sean la brújula de sus vidas, en lugar de sus valores.
El terapeuta entonces es quien ayuda a que la persona aclare sus valores y comience a actuar en dirección a ellos, sin luchar contra su mente, sin luchar contra sus emociones desagradables. Lamentablemente, nuestros sueños y aspiraciones suelen estar al otro lado de caminos muy desagradables, por lo que evitando lo desagradable, estaremos evitando también alcanzar nuestros propósitos y la vida que deseamos tener.
Relación terapéutica genuina
Otro punto que quiero destacar, es el tipo de relación terapéutica que se desenvuelve cuando tenemos una sesión con un terapeuta contextual. En estos casos los terapeutas no somos aquellos que sabemos la solución de todo, también erramos y sentimos miedo e inseguridad y tenemos una mayor libertad para expresarlo ya que ambos somos personas que luchan contra los mismos monstruos para conseguir seguir nuestros valores. Esto hace que paciente y terapeuta se vean como iguales, el terapeuta es un compañero que te ayuda a dirigir tu vida, trabajando codo con codo.
Se comprometen con acciones
Para finalizar, creo que cabe destacar el papel práctico de las terapias contextuales. A pesar de que los asuntos del pasado pueden son tratados si es necesario, se trata de terapias que se centran principalmente en nuestro momento presente, en aquellas cosas que sí podemos modificar actualmente y en comprometernos con acciones y decisiones que nos acercan a la vida que realmente queremos vivir hoy. Esta forma de trabajar hace que normalmente se necesiten menos sesiones para conseguir encaminar a la persona y esto nos interesa tanto por una cuestión de tiempo como por motivos económicos.