En los últimos años se ha popularizado bastante el concepto de “persona tóxica”, “pareja tóxica”, “relaciones tóxicas”, cada vez que notemos que una persona no aporta nada bueno, nos recomiendan tomar distancia y eliminarla totalmente de nuestras vidas.
Se trata de una solución lógica, en mi vida hay algo que no me hace feliz ni me ayuda a serlo, así que lo elimino. Sin embargo, a veces no es tan fácil terminar con esa persona, en el caso de que esa persona sea nuestro hijo, nuestro padre… ¿Qué pasa si esa “persona tóxica” somos nosotros mismos? ¿Qué pasa si somos nosotros los que continuamente tenemos malos pensamientos, los que siempre nos ponemos en lo peor y esto sólo hace que vivamos mal, que no estemos a gusto?.
La evitación consiste en escapar de algo que nos parece molesto y aunque podemos practicarla en muchas situaciones (cortando una relación amorosa, encerrándonos en una habitación tras una discusión…). Cuando la fuente de molestia somos nosotros mismos resulta más complicado evitarnos, algunos lo hacen refugiándose en drogas, videojuegos o pasando horas y horas muertas frente al televisor viendo programas irrelevantes. Nuestros «pensamientos tóxicos» también pueden funcionar como un anzuelo en nuestra vida, nos «pescan» y entramos en un bucle del que es muy difícil salir, la discusión mental con nosotros mismos es parte de ese bucle o reaccionar con seres queridos de forma que nos alejemos completamente del tipo de personas que queremos ser, como por ejemplo a través del enfado (para más información sobre el enfado visita nuestro post «El coste del enfado«).
Hoy voy a plantear otra opción para cuando nos demos cuenta de esto, se trata de tomar distancia, tomar distancia de nuestra mente. Por su experiencia sabrán que no es posible cambiar nuestros pensamientos, sinceramente, si existe alguien que haya podido cambiar completamente sus pensamientos sólo pensando en cambiarlos que lo escriba en los comentarios y me dé la fórmula mágica.
Aunque nosotros no podamos cambiar voluntariamente nuestros pensamientos, estos no se mantienen estables a lo largo de la vida. Existen épocas en las que podemos tener el pensamiento de “soy una persona muy tímida, no sé relacionarme con gente” y pasados unos años ese desaparece y entonces viene el de “¡Cómo he cambiado!, ahora soy mucho más abierto”. ¿A qué creen que se debe este cambio?, ¿A que pasamos horas y horas pensando y pensando que deberíamos pensar que somos abiertos para finalmente serlo? ¿O a que un buen día decidiste irte de erasmus y comenzaste a hablar con personas?
Es aquí donde quería llegar, no podemos cambiar nuestros pensamientos, pero sí nuestras acciones. Podemos decidir qué vamos a hacer hoy, ¿vamos a estar todo el día viendo videos de gente que sale y vive experiencias o vamos a salir y vivir nuestras propias experiencias? Está claro que nosotros tenemos el control de nuestras acciones, pero los pensamientos no nos perdonan ni nos dejan en paz. Es muy probable que cuando una persona decida ir a hacer una ruta por el campo para ver paisajes su mente le diga “Qué pereza, luego vas a tener agujetas”, “¿Con quién vas a ir? ¿Solo?”, “¿Madrugar? ¡Pero si no dormiste nada!”. ¿Qué papel juegan estos pensamientos en nuestra vida? ¿No les parece que están siendo como todas esas personas tóxicas que estamos continuamente eliminando?, pues es en este punto en el que PODEMOS TOMAR DISTANCIA. Podemos tomar distancia de estos pensamientos, pues son sólo eso… pensamientos, que hoy son de una forma y mañana son de otra, pero si dejamos que ellos decidan cuáles son nuestras acciones, cuáles son nuestras decisiones, es posible que nunca alcancemos aquello que realmente queremos.
Quizás el ejemplo de irse a vivir experiencias no suene muy profundo pero, ¿y si hablamos de volver a retomar el contacto con un hijo, o de expresarle por primera vez cariño hacia nuestra madre? Nuestra mente nos va a decir “ni lo intentes, no va a querer verte”, “tú eres una persona reservada, no sabes expresar tus emociones”, ¿Es eso lo que queremos? ¿Ser esclavos de nuestros pensamientos? Si vamos a esperar a sentirnos preparados, a sentirnos listos para hacer cosas, podemos esperar toda la vida, nuestra propia mente se va a encargar de ello.
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